Uno de los elementos más populares y tradicionales de las posadas en México, es la piñata; que tiene sus antecedentes en el descubrimiento de América cuando se dio el encuentro de dos mundos: el indígena y el europeo.
Una de las versiones sobre su origen se relaciona con los viajes del expedicionario Marco Polo a China, quien observó una tradición en la que se acostumbraba romper la figura de un buey relleno de semillas en el marco de la fiesta del año nuevo chino.
A decir del historiador veracruzano, Ricardo Cañas Montalvo, al darse a conocer esta tradición en Europa, los españoles la trajeron a nuestro país "y en aquellos tiempos el Papa Sixto V otorga un consentimiento a Fray Diego de Soria a hacer misas de aguinaldo".
"Y con ello comenzaron a nacer las pastorelas, en estas pastorelas y también posadas que se realizaban, se tronaban piñatas".
La piñata tradicional tiene siete picos que representan los siete pecados capitales: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia "que la gente tiene que destruir con la fe que tiene en el amor a Jesús, la fe a Dios".
El reto consiste en quebrarla con un palo mientras se tienen los ojos vendados "pero escuchando el sonido o quizá con el apoyo de la gente de 'arriba, abajo, a un lado' como bien acostumbramos aquí en México va a destruir esa maldad".
Al destruirse la piñata "cae de ella el bienestar, que está traducido en la cuestión cultural de México, la colación, los cacahuates, los dulces y las frutas, que se colocan adentro de ella y que al ser destrozada caen en bien para toda la humanidad".
Y como dice la canción: "dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino..."
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